Imagen de Moreno Valle le restará votos a Tony Gali
En
el equipo de Antonio Gali Fayad hay dos focos rojos que les quitan el sueño: el
primero es que El Yunque no acaba de aceptar al ex priista como abanderado del
PAN para contender por la alcaldía de Puebla; el segundo y más importante, es
que de acuerdo a diversas mediciones que se han hecho se llegó a la conclusión
de que el uso de la imagen del gobernador Rafael Moreno Valle Rosas, junto con
la del aspirante neopanista, lejos de ayudar, está resultando un lastre puesto
que el cuasi candidato está adquiriendo la animadversión que genera el jefe del
Poder Ejecutivo.
Gali
llega casi al inicio de la contienda con un buen índice de conocimiento y de
intención del voto, ya que lo reconoce el grueso de la ciudadanía y se ubica a
pocos puntos de popularidad del candidato priista, Enrique Agüera Ibáñez. Sin
embargo, cuando se han hecho ejercicios de asociar su imagen con la del
gobernador, un sector importante y amplio del electorado muestra rechazo al
neopanista por identificarlo con los abusos, la ineficacia, la frivolidad y el
incumplimiento de promesas de campaña que caracterizan a la administración de
Moreno Valle Rosas.
Tal
situación es un problema mayúsculo para Gali, ya que el gobernador ha decidido
que sus operadores dirigirán la campaña de su ex secretario de Infraestructura
y que el proselitismo que hará el abanderado panista estará siempre asociado a
la imagen de las obras que ha realizado el gobierno del estado, así como del
propio mandatario.
Por
esa razón se empezó a tensar la relación entre los dos principales operadores
electorales de Gali y los dos operadores del gobernador, que son Omar Blancarte
y Eukid Castañón, ya que los dos segundos son quienes buscan llevar el control
de todos los movimientos del cuasi candidato panista, y ello incluye evitar que
el ex funcionario busque romper con el fuerte vínculo que lo une al jefe del
Poder Ejecutivo.
El
asunto de esos negativos no es menor si se toma en cuenta que en el gobierno
del estado han despedido entre 4 y 8 mil trabajadores –de acuerdo con diversas
estimaciones–, sin que mediara una causa justificada. La mayor parte de esos
empleados viven en la capital y su zona metropolitana, y en el pasado fueron
capacitados para hacer “cadenas electorales”, consistente en que cada uno
convence entre cinco y 10 personas para votar por un determinado candidato o
partido. Ahora los afectados desde el desempleo podrían seguir con esa
práctica, pero contra el abanderado del gobernador.
Otros
factores son el malestar y decepción que han generado el metrobús, la imposición
de uniformes escolares, la construcción de la ostentosa rueda de la fortuna que
se quiere instalar frente al Centro Escolar Niños Héroes de Chapultepec y el
crecimiento de los índices delictivos, junto con los abusos de agentes
policiacos y de tránsito. Además, se deben agregar los largos periodos de
bloqueos de calles que provocaron la construcción de obras viales, que no
necesariamente han solucionado los severos problemas de congestionamientos
automovilístico que registra la capital.
Con
esta circunstancia Gali está enfrentando el mismo conflicto de intereses que
sufrió en 2010 el entonces candidato del PRI a la gubernatura, Javier López
Zavala, quien no se pudo quitar de encima la imagen de Mario Marín Torres.
Cuentan
que a la mitad de la campaña electoral le entregaron a López Zavala una serie
de estudios de opinión pública en los cuales le demostraban que si se
deslindaba de la imagen de Marín podía recuperar un tercio de la intención del
voto que había perdido, ya que mucha gente no lo aceptaba por asociarlo con la
continuidad de los aspectos negativos del sexenio marinista. Ante la
insistencia de quienes le dieron los sondeos de que se debía independizar del
jefe del Poder Ejecutivo, el abanderado respondió, palabras más, palabras
menos:
“No
puedo, si rompo con Marín, me enferma al otro día y me quita de candidato”.
Ahora
a Gali le pasa lo mismo, si intenta separarse aunque sea un poco de la figura
de Moreno Valle, sabe que puede desatar la ira del mandatario y eso le puede
provocar hasta perder la candidatura.
La
mejor muestra de lo anterior es que la idea de colocar 130 espectaculares –en
una primera fase– en puntos estratégicos de la capital y municipios vecinos, en
donde se ve la imagen de Gali y Moreno Valle, con un fondo azul panista y el
Centro Integral de Servicios –que se construyó en la zona de Angelópolis–, no
surgió en el equipo del ex secretario de Infraestructura, sino fue una orden
que se habría dado desde Casa Puebla.
Esa
idea de colocar docenas de espectaculares –que al final fueron unos 300 – en un
principio fue muy efectiva, ya que incrementó los índices de conocimiento y
popularidad de Gali, lo cual frenó las intenciones del Comité Ejecutivo
Nacional del Partido Acción Nacional de estudiar la posibilidad de que el candidato
de la capital no fuera el ex secretario de Infraestructura, ya que El Yunque no
lo acepta.
Sin
embargo, con el tiempo ese despliegue propagandístico ha resultado
contraproducente para Antonio Gali, ya que todo el enorme malestar que provoca
los excesos del gobierno de Moreno Valle se están relacionando también a su
persona, de acuerdo a los estudios que se han hecho de la percepción ciudadana
del actual proceso electoral.
Por
esa razón los panistas yunquistas que en semanas anteriores desplegaron mantas
y repartieron volantes para protestar contra la imposición de Gali, lo primero
que reclamaron es que si el ex priista llega a la presidencia municipal no será
un alcalde emanado del Partido Acción Nacional, sino un “empleado” del
gobernador.
Frente
a esa situación, lo grave –para Gali– es que está identificado el problema,
pero no la solución. Por eso ayer Gali en el discurso que pronunció en
Azumiatla, luego de su registro como precandidato, en por lo menos tres
ocasiones hace alusión a “los logros de los últimos dos años”, como una manera
de que se le asocie con su paso por el gobierno de Moreno Valle y nadie dude de
su lealtad, o mejor dicho sumisión, al mandatario estatal.
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